Según el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), existen varios criterios para clasificar los extranjerismos de acuerdo a su uso. Así mismo, se proponen algunas opciones para integrarlos al español, de esta manera, se busca uniformidad en su uso.
En primer lugar, tenemos los extranjerismos superfluos o innecesarios, llamados así porque existen equivalentes en español que pueden ser usados en su lugar. Por lo general, se utilizan por moda, elitismo o como tecnicismos. Estos no son imprescindibles, pero suelen ser más populares que sus equivalentes españoles. Algunos ejemplos son: coach, shopping, mall, hobby, etcétera). Para ver algunos de los extranjerismos innecesarios más utilizados en el mundo de la moda puedes ir a esta página:
http://www.fundeu.es/recomendacion/moda-extranjerismos-con-equivalente-en-espanol-1226/
http://www.fundeu.es/recomendacion/moda-extranjerismos-con-equivalente-en-espanol-1226/
En segundo lugar, los extranjerismos necesarios o muy extendidos. Para estos, es muy difícil encontrar algún equivalente español y en muchos casos no tienen, tal es el caso de algunos términos del ámbito tecnológico como software y hardware. Por lo general se utilizan mucho, por lo que se les puede aplicar diferentes criterios según el caso. (Giménez Folqués, 2011, p. 20)
Tales criterios proponen ciertas modificaciones a las palabras para facilitar su uso o hacerlas más acordes al español. El primer criterio busca el mantenimiento de la grafía y la pronunciación originales, por lo que en esta categoría se encuentran los extranjerismos que son utilizados o conocidos internacionalmente en su forma original. Estos no sufren ningún tipo de modificación ni adaptación en su escritura o pronunciación. También son llamados extranjerismos crudos y suelen resaltarse tipográficamente con cursivas o comillas. Algunos ejemplos son: ballet, blues, geisha, etcétera. (Hispanoteca, 2010, p. 1)
Por otro lado, en algunos casos se recurre a la adaptación de la pronunciación o de la grafía originaria, habiendo dos posibles opciones. La primera opción es mantener la grafía original, es decir, la palabra no sufre cambios en la forma de escribirla;aun así, se intenta adaptar la pronunciación y la acentuación grafica de acuerdo a las reglas del español. En muchos casos el cambio en la pronunciación es inconsciente ya que a la mayoría de las personas se les dificulta pronunciar ciertas palabras en un idioma diferente al suyo y terminan diciéndolas con las reglas fonológicas de su propio idioma. Algunos ejemplos de estas palabras son: airbag, gay, tóner, buffet, club, etcétera.Por otro lado, con algunos extranjerismos ocurre lo contrario al caso anterior, pues es la pronunciación la que se mantiene sin cambios, mientras que la grafía es la que sufre modificaciones. De esta forma, se pretende adaptar la escritura de la palabra para que coincida con la voz en español y su pronunciación. Tal es el caso de algunos extranjerismos como: espagueti, yogur, fútbol, etcétera.(Asociación de Academias de la Lengua Española, 2005, p. 8)
Según el DPD, lo ideal sería adaptar los extranjerismos tanto fonológica como gramaticalmente, pero esto se dificulta pues en muchos casos su forma original está tan arraigada en el uso común que sería muy difícil lograr que las personas adopten otras diferentes. De hecho, en el DPD se incluye una lista de extranjerismos con sus respectivas formas adaptadas al castellano, pero la mayoría de estos no han sido adoptados por las personas. (Giménez Folqués, 2012, p. 29-46)
También vemos que en ocasiones es muy difícil encontrar equivalentes en español a algunos términos extranjeros, por lo que permanecen sin alteraciones y la gente los acepta fácilmente.
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